Por, Miguel Iván Ramírez Boscán
Miembro de La Red de Comunicaciones
Del Pueblo Wayuu
Para esta ocasión he querido
hacer un escrito sentido mucho más personal, desde lo vivido y respirado
durante los días que se me han presentado la oportunidad de visitar
Mayabangloma, logré dimensionar muchas situaciones que a diario se comentan
entre wayuu, pero que nunca nos atrevemos a sacar hacia afuera, porque el celo
y el orgullo es más fuerte que la voluntad; en el marco de la 7ma sesión de La
Escuela de Comunicaciones Wayuu, con el mayor de los respetos, me permito
contar mi experiencia.
Mayabangloma está compuesta por 4
comunidades que dan forma final a su nombre; Mayalitas, Bangañitas, La Gloria y
La Loma, las cuales desde los años 80 venían reuniéndose en torno a la palabra
intencionada con el fin de repensarse para proyectar su futuro, situación con
la cual desde sus inicios recalcaban que el valor fundamental para lograr sus
objetivos, debería estar basada en la unidad, con la que fortalecerían su
camino que jamás les permitiera perder los horizontes claros de consolidarse de
tal manera que pudieran garantizar 3 cosas esenciales, la tierra, su cultura y
vivir felices entorno a las 2 anteriores.
Luego de un logro que apoyó valientemente
el Movimiento Indígena Nacional, como lo es la constitución de 1991, se
establecieron en Colombia parámetros que salvaguardaran y reconocieran los
derechos a las culturas indígenas y los territorios que les correspondían, en
ese sentido la figura de Resguardos tomó por fin protagonismo suficiente como
para que hubiese la voluntad estatal de establecer criterios concisos acerca de
la entrega de tierras para que las comunidades desarrollaran sus vidas en el
ejercicio de gobiernos propios, siendo esta figura la que adoptó Mayabangloma,
que para el año 1989 de manera Autónoma se declaran como Cabildo, siendo esta
la antesala para que el 1 de Noviembre de 1994, se declarara bajo la Resolución
estatal No. 046 como Resguardo Indígena.
Fonseca, al Sur de La Guajira, tomando
la ruta hacia el corregimiento El Hatico, luego de pasar por un reseco Rio
Ranchería, cuyos alrededores demuestran inoperancia municipal debido a que sus
riveras están atiborradas de putrefacta basura, y luego de unas ostentosas fincas
arroceras es el camino que conduce hasta esta comunidad, la cual contrasta
abismalmente con lo anterior, ya que se percibe una comunidad que ha logrado en
muchos sentidos organizarse de tal manera que el aire que se respira es de
total tranquilidad y el ambiente que se percibe evidencia el trabajo invertido.
Una carretera totalmente nueva
conduce hasta un retén de La Guardia Indígena, que es la que da la bienvenida
anteponiendo siempre una sonrisa, árboles de cañaguate adornan dicha entrada,
un colegio, casas tradicionales de barro y la emisora es lo primero que se ve,
al saludar a cualquier wayuu te recibe de agradable manera también con una
sonrisa para poder brindarte información, siendo una de las principales visitar
al Cacique Gobernador Oscar Uriana, quien también sonríe para saludarte, y de
quien se sabe es un emblemático señor que ha liderado varios procesos que son
los que demarcan gran diferencia entre muchas rancherías wayuu y Mayabangloma.
Vaivenes de la vida cegaron los
ojos del valiente Cacique hace algunos años, pero aún sin vista es sobre quien
reposa la visión de lo que es hoy Mayabangloma, partiendo de como el mismo lo
dice, - “si no hay unidad, no somos ná”, complementando sabia y orgullosamente–
“La Guardia Indígena, La figura de Cabildo, de Cacique Gobernador, incluso de
Resguardo, no son formas tradicionales en las que se organiza social o
políticamente el Pueblo Wayuu, sin embargo Mayabangloma es clara evidencia de
la habilidad que tenemos los Wayuu de apropiarnos de lo de afuera para ponerle
su toque acorde a nuestros intereses, salvaguardando por supuesto nuestros usos
y costumbres, pero sobre todo que nuestra gente viva bien, que tengan donde
tener su enramada, su telar, sus chivitos y sus siembras”.
Me atrevo a citar entonces una
palabra que reiterativamente escuché por cada rincón, “Unidad”, principio,
centro y final de todo lo que ha logrado este resguardo hasta el día de hoy, -
un modelo educativo indígena propio, no hay un solo niño desnutrido, la sequía
que azota a La Guajira la alivianan con una pluma de agua que llega a cada casa
o hasta albercas comunitarias gracias a que lograron acuerdos con el acueducto
que se encuentra en el Municipio de Distracción, con el líquido mantienen
abundantes siembras en cada patio de sus casas, la emisora Utay Stereo emite
señal para todo el Sur de La Guajira, su juventud en medio de diversas
manifestaciones de la moda tienen claro lo que son, las mujeres tejen todo el
tiempo, niños, jóvenes y mayores pastorean sus ovejos por los verdes oreganales
y es enérgica la lucha por seguir recuperando las tierras que les pertenece,
absolutamente todo gira entorno a tomar decisiones en unidad, siendo una
expresión habitual escucharle decir a todo el mundo – “aquí nos podemos agarrar
de los pelos, pero las decisiones deben ser concertadas y definidas en unidad”.
El Pueblo Wayuu y su organización
social se basa ancestralmente en familias y castas, esto repercute incluso en
sectorizaciones del territorio donde se habita, siendo esta realidad un
argumento por el cual se evidencia en los actuales tiempos que “cada quien tire
pa´ su lao”, arrojando entonces de esta
manera que el modelo político y económico propuesto por Colombia en la
actualidad haya inducido que las familias y rancherías se vean en la obligación
de conformar organizaciones, las cuales lastimosamente a diario se debaten
entre la disputa de recursos o participaciones que supuestamente deben verse
reflejadas en el beneficio de las comunidades, lo cual quizá sin quererlo va
generando esa dualidad y entre celo y orgullo del que hablé al inicio, porque
como se lo escuché una vez a una buena amiga, . “Lo que mejor sabemos hacer los
wayuu, es tirarnos vainas entre nosotros mismos…” reflexión que aterrizándola y
sumándola a La Guajira de hoy, gracias a la corrupción, hemos llegado a cifras
vergonzosas en cuanto a educación, desnutrición infantil, no existe el mínimo
vital de agua en la mayoría de las rancherías y cada vez más vemos como familias
enteras migran a cascos urbanos; pero más vergonzoso aún es que es cierto, no
paramos de mirar el sucio en el ojo ajeno.
Ante esta realidad me atreví a
preguntarle al Cacique Oscar - Cacique, partiendo de la realidad que se percibe
de Mayabangloma, ¿qué consejo le da a
las nuevas generaciones que empiezan a perfilar liderazgos en el Pueblo Wayuu? –
Suspiró profundamente, se quitó su sombrero, levantó su cabeza girándola hacia
donde yo me encontraba y con una sonrisa más, respondió: - ¡Despójense de creer
que tienen siempre la razón, escuchen desde el más pequeño hasta el más
anciano, y con la voz de todos fortalézcanse en unidad, unidad y unidad!…”.
Cada vez más se suma gente
creyendo en este proceso, para este cita nos acompañó un delegado del
Ministerio de Cultura por ejemplo, quien apoyó para registrar en 7 escritos, 2
videos, un pregrabado radial y un programa de radio en vivo, gran parte de lo
que he dicho en mi escrito pero de manera más detallada, nombrando un personaje
mucho más emblemático aún en Mayabangloma, El Cerro Utay, el cual nace, llega a
su cúspide, baja y reposa ahí mismo, sin otro cerro hermano ni hermana, porque
es un cerro único y considerado como un guía espiritual, con el cual dicen sus
hijos de este resguardo, es en quien se apoyan y guían espiritualmente a través
de los sueños, y de quien recibieron este mensaje de crecer por siempre en
unión.
Cada madrugada de los 4 días que
allí estuve me olvidé de la televisión, del pandémico whatsapp, de los azares
en los que vivo en Maicao; envuelto en mi chinchorro a un costado de la
enramada que me brindaron para dormir, despertaba con un espectacular cielo
“rojiamarizul”, con las sonrisas de quienes nos brindaron morada, viendo una
pareja de colibríes danzando en un matorral, escuchando a las y los jóvenes
escuelantes hablar y hablar de todo lo que estaban aprendiendo de Mayabangloma
y su gente, resaltando principalmente esa enseñanza que nos dejan como lo es la
de entender que somos wayuu, y que aún en medio de las diferencias, la unión es
lo que debe primar, valiéndonos de que debemos fortalecernos como pueblo
fundamentado en procesos colectivos que no distingan territorios,
organizaciones, castas o familias, sino que por el contrario con cabeza y mente
sabia usemos el valor de la palabra, apoyada en las realidades para tejer el
ejemplo de Mayabangloma, La Unidad.
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