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4/16/2007

Tributo Wayuu a víctimas de AUC

La ceremonia se denominó ‘Por el alma de nuestra gente’.

Por KATRIN BOLAÑO B.Riohacha


En el sitio conocido como Cuatro Vías, en la carretera Riohacha-Maicao, una espiritista Wayuu (Oütsi) lideró un ritual simbólico en donde varias comunidades indígenas de la Media y el Sur de La Guajira rindieron tributo póstumo a sus familiares asesinados por grupos al margen de la ley, especialmente las Autodefensas. La ceremonia se inició con el recuento del crimen de la docente Osiris Jacqueline Amaya Beltrán, quien fue degollada y su cuerpo hallado a la altura del kilómetro 32 de la vía que conduce al corregimiento de Cuestecitas, área rural del municipio de Hatonuevo, el pasado 14 de marzo.Los asistentes al ritual señalaron que desde que las Auc llegaron a La Guajira, la comunidad Wayuu fue afectada gravemente al ser asesinados más de 200 indígenas, conociéndose algunos contados casos, pero que la mayoría de hechos como masacres, asesinatos selectivos e indiscriminados, desapariciones, desplazamientos forzados internos y transfronterizos, se desconocen.
La denuncia pública
Con eventos como el “Jain Tüu Wapushikat - por el alma de nuestra gente”, las Asociaciones de Autoridades y Cabildos Indígenas Wayuu del sur de La Guajira y Sütsüin Jieyu Wayuu – Fuerza de Mujeres Wayuu-, rompieron el silencio para contarle al país y al mundo el genocidio y la vulneración de sus costumbres ancestrales por parte de los grupos irregulares. El Jain Tüu Wapushikat, dirigido por la oütsi Eligia Bonivento, se convirtió en un sentido acto simbólico de dignidad para recordar a todas las víctimas de este grupo étnico que perdieron la vida o siguen desaparecidos por las Autodefensas entre los años 2000 y 2007.Este significativo acto por la memoria de todas las víctimas Wayuu, se inscribe dentro de iniciativas que organizaciones y comunidades de base de la Media Guajira, han venido desplegando con el propósito de llamar la atención nacional e internacional, para que se conozca la dimensión que la violencia de los paramilitares y de otros actores armados ha tenido en el territorio Wayuu, así lo indicó la secretaria general del cabildo Wayuu Nóüna del municipio de Maicao, Karmen Ramírez Boscán.“Con este acto buscamos recobrar la memoria, forjar transparencia, luchar contra la impunidad, procurar el resarcimiento integral de conformidad con nuestra cosmovisión y evitar que los hechos se repitan” dijo la líder indígena. Ramírez Boscán, precisó que, “el desafío es por tanto, construir el sendero que conduzca a la verdad, a la justicia y a la reparación, máxime cuando infortunadamente hoy por hoy, estos horizontes se encuentran refundidos en una densa maraña de artilugios jurídicos y de retórica política que los distorsiona”.El evento contó con la asistencia de Gunhild Schwitalla, coordinadora del área sobre género, etnia y población específica de la ONU, Victoria Figueroa, de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de Colombia de la OEA, y Juan Carlos Gamboa, del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, quienes escucharon y tomaron nota de los hechos violentos denunciados; igualmente se solidarizaron y explicaron el apoyo que presta cada una de sus organizaciones y como acceder a esas ayudas nacionales e internacionales.

El ritual
Vestidas de rojo para alejar a los malos espíritus y los problemas que flotan en el ambiente, las mujeres de las diferentes comunidades llegaron a Cuatro Vías, en donde a ritmo de una maraca y de la kasha – tambor –, la oütsi buscó el lugar donde se levantaría el monumento a las víctimas, con cantos y oraciones en wayunaiki, purificó la tierra, el espacio y el entorno del sitio escogido, el cual, según la sabía mujer, “es la puerta de entrada al territorio Wayuu”.El monumento consta de 13 múcuras de diferentes tamaños en donde por directrices de la espiritista y curandera Wayuu cada familia, en una hoja de papel con letra roja, escribía el nombre de su pariente desaparecido así como el lugar y la fecha de su muerte, para depositarlos en los recipientes de barro que posteriormente fueron cerrados, simbolizando el entierro.Con paliise – bija roja – planta curativa y que también se usa como polvo facial para cubrir los rostros y proteger a las mujeres de la etnia de las inclemencias del sol, la oütsi con un poco de agua roció las múcuras, quedando en ellas la señal de la sangre derramada.Al final del ritual, con signos de cansancio la espiritista, se alejó diciendo, “los dejo descansar en paz y en 10 días regreso a visitarlos”.

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